octubre 28, 2011

El don del escritor frustrado


He aquí la historia de un hombre que tenía la más intima inquietud por ser un escritor como lo fuese el gran Cervantes o el sufrido Dostoievski. Mirósele estudiar con ahínco la filología y los escritos académicos de estos dos autores, mirósele estudiar a fondo la técnica de la escritura en la mejor universidad inglesa. Mirósele de profesor de filología, movió cielo mar y tierra. Hasta que descubrió que no era suya la decisión de ser para la gloria. Que los grandes tenían -y eran- un don, y uno grande. Los libros y su trabajo honesto le ayudaron a ver esto. Y ya en la dulce vejez, fruto de un esforzado trabajo de la más alta potencia humana, se le vió escribir los versos más bellos, ya no a la gloria, sino a su mujer, que una vez muerta, intercedió ante el Sublime por el don para su marido; [ella le acompaño en la vida en su sufrida persecusión del don, y supo -porque le quiso bien-que ese anhelo íntimo no era vanagloria sino constitutivo de su alma]. 

Los poemas más bellos que escribió este viejo profesor, nunca fueron publicados. Fueron exhumados en un delirio de amor, en un arrebato de éxtasis, en el funeral de su señora esposa.

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