noviembre 15, 2011

Salvar el país


¿Qué te voy a contar yo? La cosa está dura. Apenas y nos da para el lunch de los chavos y yo me tengo que fletar la mañana sin desayunar. Ya sé vieja, ya sé que el pinche dinero no crece en los árboles. Pero no sabes como me dió coraje ver a aquel chavillo tatuado, abajándose con un mísero botesito de cartón, pidiendo misercordia. Ese chavo podría traer perfectamente un cuerno de chivo en vez de aquel bote y amedrentarnos a todos: yo le hubiera dado de todos modos tu chivo vieja. Era uno de esos chavos que andan bien metidos en la droga, pero que no sé como acaban saliendo y rehabilitándose ¿Pos qué no ves que pa los tiempos que corren ese chavo es un héroe?

¡Ay vieja! me moría de ganas de comprarte ese perfume que me dijiste que tanto te gustaba, el de la vieja esa tilica que malgasta el dinero en pendejadas. Pero no pude contenerme cuando vi a esos juniors burlarse de aquel chavo. Para mí que los malos somos nosotros, la gente normal, ¡cómo se ateven a humillar al que se humilla chingao! Esos chavos se merecían mínimo un filerazo entre las costillas, que los llevaran al hospital más caro de torreón y que sus papis, seguramente divorciados, se cagaran de miedo cinco minutos y luego soltarán un cheque bien gordo por la salud de su hijito, y que esa misma noche estuvieran de vuelta en casa con una copa de Buchannans dieciocho entre las manos sentaditos en su sillón de cuero café. Y que el pinche chavillo pendejo probará por una noche por lo menos qué significa estar jodido, qué significa la vida real.

Pero nada de eso pasó, ¿me entiendes? El pobre ex-drogadicto seguía teniendo el huevo reventado que le aventaron los pinches juniors en su camiseta; y yo el billete de quinientos que le acababa de cobrara a mi compadre Beto. ¡Pero no me pongas esas jetas carajo! ¡si acabamos de dar un pasito para salvar el país!

octubre 28, 2011

El don del escritor frustrado


He aquí la historia de un hombre que tenía la más intima inquietud por ser un escritor como lo fuese el gran Cervantes o el sufrido Dostoievski. Mirósele estudiar con ahínco la filología y los escritos académicos de estos dos autores, mirósele estudiar a fondo la técnica de la escritura en la mejor universidad inglesa. Mirósele de profesor de filología, movió cielo mar y tierra. Hasta que descubrió que no era suya la decisión de ser para la gloria. Que los grandes tenían -y eran- un don, y uno grande. Los libros y su trabajo honesto le ayudaron a ver esto. Y ya en la dulce vejez, fruto de un esforzado trabajo de la más alta potencia humana, se le vió escribir los versos más bellos, ya no a la gloria, sino a su mujer, que una vez muerta, intercedió ante el Sublime por el don para su marido; [ella le acompaño en la vida en su sufrida persecusión del don, y supo -porque le quiso bien-que ese anhelo íntimo no era vanagloria sino constitutivo de su alma]. 

Los poemas más bellos que escribió este viejo profesor, nunca fueron publicados. Fueron exhumados en un delirio de amor, en un arrebato de éxtasis, en el funeral de su señora esposa.

octubre 08, 2011

Paguí



Princesa de pueblo, que recibió todo lo que quiso en la vida, sale del pueblo con dinero de papá para abrirse a la vida, al mundo. Sus inquietudes pueriles, cierta ansia de autenticidad1, y una película que vio en algun momento de su accidentada pre-adolescencia, le llevaron a soñar con París, (íntimamente, pero no ande usted diciéndolo por ahí, también con el amor de su vida, con el amor de su vida en París). Y así como así, un año en Europa estudiando moda. En la ciudad de l'amour, “Paguí”.

La humanidad ha avanzado tanto que ya ni siquiera hace falta una gran educación para convertirse en un bohemio, lo único que hace falta es dinero. El dinero compra ya hasta la experiencia de la vida. Una desdichadada muchachita cuyo padre es más bien de ingresos medianos es incapaz de acceder a las más finas experiencias. Le es privado el nutrir su vida espiritual con el viaje, con la excentricidad, con los absentas en casa de franceses millonarios, con las conversaciones con los amigos artistas de estos millonarios, que pintan sus cuadros con tripas de vaca y se les paga en millares de euros por obra. Los modestos no son capaces de experimentar el vértigo de las drogas de diseño, nunca han ido a la parte 'vi-ai-pí' de una discoteca, hablan solo su idioma y un inglés modesto... “osea, tienen una clase de vida inferior”.

La vida modesta, la escasez de recursos, impide plantearse la pregunta por la libertad, cosa que a princesa de pueblo nunca le fue prohibido. Así fue como la única ilusión que le regaló su infancia tóxica, su formación de embotamiento de los sentidos, le fue arrebatada nada mas conocer al primer príncipe parisino. El desengaño vino habitando sus ojos cuando se bajó del aeropuerto del pueblo. Se supo en el pueblo que tras ese año en Europa, la niña llego cambiada, que había progresado mucho, llego con 'ideas' del extranjero. El pueblo le quedaba chico, el mundo le quedaba chico: no hay dónde esconderse en un mundo en donde no existe el amor. Desde entonces, princesa de pueblo sufre un infierno de maquillajes corridos, resacas dominicales y desengaños; de la soledad, del horror del ser. Una hydra inexistente le devora las entrañas.

1 de substancialidad detrás de la apariencia   

agosto 19, 2011

Madrid, entre el odio y la esperanza


“Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres.” Octavio Paz.



Nuestra época está herida en sus núcleos más profundos. Sangra, y su sangría es una cosa extremadamente seria y preocupante, define en parte la identidad de todo hombre de esta época. El hombre del siglo XXI es un hombre que ha nacido en un entorno en crisis, en derrumbamiento.

            El otro día una manifestación de 'laicistas', que en el fondo no son otra cosa que anticristianos, se manifestó por las calles y se cruzo con los peregrinos de la JMJ. Al margen de los hechos, lo que quiero destacar es el odio visceral e irracional de algunos por lo religioso, y en este caso concreto, por lo católico.

            A nadie le gustan las mentiras, los laicistas rabiosos son rabiosos porque consideran que los jóvenes de la JMJ les están mintiendo. Nadie tiene tanta alegría, a nadie le nace ponerse a brincar de alegría así por que sí, y menos en una época de crisis. La alegría de los peregrinos es falsa, es un fenómeno social de euforia, se contagia; (los más flemáticos dirán, que son todos muy jóvenes, no se han dado cuenta de la crisis, de lo que es el mundo). En esta época de crisis no cabe la alegría, tiene que ser una mentira. Por eso indignan sus sonrisitas idiotas y sus cánticos; no tienen idea de lo que es el mundo. Indigna su esperanza, cuando no hay motivos para la esperanza.

            Estoy de acuerdo de que seguramente la alegría de los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud es un espejismo, propio de la ingenuidad y la juventud... Pero no solo es eso, no solo es eso. Hay algo raro en el ambiente estos días en Madrid,  y estoy seguro que no soy yo el único que lo nota. Estoy seguro que hay jóvenes, hombres, mujeres y niños, que son verdaderamente alegres, íntimamente. Y esa alegría viene del hecho de que tienen esperanza. Eso, es lo que hace chirriar, lo que mueve fibras en el interior de la ‘otra’ España. 

            Pero no pretendo aquí hacer una demostración rigurosa de que lo último que he dicho sea cierto. La esperanza no es una cuestión exclusivamente racional porque no incluye solo el uso de la inteligencia, también exige un uso de la voluntad: para confiar en un futuro mejor, no solo hace falta verlo posible (también es indispensable) sino que hay que quererlo hacer, hay que querer realizar ese posible. Por estos motivos, la discusión sobre si existe la esperanza o no está completamente fuera de lugar, es una cuestión de ver o no ver, de querer o no querer. Sí o no, pero no se discute. 

            Los motivos de la esperanza no pueden ser circunstanciales, uno no puede tener esperanza en el mercado, o en el gobierno, o en el “sistema democrático”. Se tiene esperanza en hombres, en personas concretas, vivas, efectivas, operativas y reales. Se puede tener esperanza en un presidente, en un jugador de fútbol, pero nunca en algo abstracto e inefectivo, eso sería caer en una ideología. 

            La acusación que se hace desde los sectores más 'intelectuales' a la religión católica es que el catolicismo es una ideología mezquina, que embauca a ingenuos… se piensa que los católicos tienen una esperanza abstracta en algo que no existe, que se juega con esa necesidad de identidad de las personas, de destino y de futuro, de expectativas, y se hace con ellas lo que se quiere.

Estimado lector, si existe y me ha seguido hasta aquí superando sus prejuicios, le pido que de un paso más. Honestamente creo que en estos días se puede casi palpar en Madrid algo más que ingenuidad. Por eso invito a salir a la calle, a cruzarse con algún peregrino que cautive con la mirada, e intentar pillarlo en su ingenuidad. Intente destrozar su ilusión, si su alegría era falsa, correrá, pero si no, se quedará y quizá uno pueda ver el motivo de la esperanza de esta juventud del Papa.

julio 16, 2011

Hombre

Podrías ser un solapamiento de carne y huesos. Saliva, hormonas y fluidos. Una yuxtaposición abigarrada de microorganismos. Y la exuberancia de la vida daría asco. Serías para mí un extraño.
               
Pero puede que seas luz; desvelación. Puede que seas la savia dorada que se manifiesta en tus ojos y en tu tono de voz. En estas letras. 

marzo 03, 2011

El vendedor frustrado


“Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza.” 
Rilke

Si se pude decir que el hombre es a veces contradictorio, esto mismo se puede decir con toda razón de Elías. El pobre tenía una consciencia moral tan fuerte que lo oprimía hasta asfixiarlo, lo encadenaba. El drama de toda su vida fue tener al mismo tiempo que sus cadenas morales, un "alma de poeta". No se podía conformar, no, él lo sabía bien, no era de los que podían conformarse con un simpático puesto en una fábrica de coches; o con un maletín pintoresco y un: “¡Buenos días señora! Vengo a ofrecerle ésta nueva escoba…”; lo supo desde pequeño, su vida tenía que ser grandiosa, o no podría ser en absoluto ¡Cómo odiaba a veces su carácter!, ¡cómo se desesperaba consigo mismo! Por eso terminó por negar un lado, el más incómodo, y desde entonces no se preocupó más y se dedicó a ser poeta.

Era un tipo listo, y lo sabía. Sin embargo no lo suficientemente listo como para saber que los genios no existen. Inocente se sintió único, incomprendido, genial, destinado a una vida bohemia de arrebatos y grandezas esporádicas. Se convirtió en el héroe romántico de París con su boinita y sus cafés agnósticos. Y conoció a un hombre que le resolvió la vida con tal de que, de vez en cuando, dijera un par de mentiras.

Pero un día se enamoró.

Y entonces ni las fábricas, ni las escobas, ni siquiera la idea de tener un jefe le parecieron tan malas. Y se volvió vulnerable, y se enteró de la vida real. Y un buen día, con los restos del apasionado romanticismo que le quedaban aún, sintió unas ganas tremendas de arrodillarse delante del hombre que le atendía en el banco, y pedirle perdón. Y besarle los pies. Y dejar la política. Pero era muy tarde, no servía ni para vender escobas.

marzo 01, 2011

Desventajas de la eficiencia


Con tan sólo diecisiete años, Jacobo era ya la persona más pragmática que habían parido las épocas. Decidió, en un golpe de luz, adelantar el resultado al que se supo encaminado desde siempre.
              
Sus padres lo encontraron colgado con pulcritud en la mitad de su habitación. Sus pertenencias personales estaban cuidadosamente guardadas al lado de una carta. En ella se explicaba meticulosamente porque era más ventajoso para la especie y la sociedad, que él, apenas en los albores de la edad reproductiva, cesara de existir. Los motivos no los expondremos porque la carta nunca se encontró. Aunque hay diversas teorías de diversos estudiosos, la que más convence a este humilde escritor de micro relatos es la que dice que su padre, en un arranque de impotencia, destruyó la carta. Pero eso nunca lo sabremos.