diciembre 30, 2010

Día I: Sobre la realidad y lo horrible

Últimamente he pensado que a veces vivir en la realidad parece una locura, ¿a quién le gusta darse cuenta de los defectos? ¿Quién es aficionado a contemplar el horror? El soslayo es una actitud comprensible cuando las cosas no son nada bonitas. Por eso nuestra época es de escapes, mientras más nos volvemos conscientes de la realidad más nos damos cuenta de cosas que no quisiéramos saber, y esto muchas veces asusta, ¿para que continuar?, ¿No es lo más incomido del mundo enterarse de toda la porquería del mundo?  Lo horroroso es ante lo que se vuelve la cara.

Relativizar es el verbo para nuestra época de comodidades: la ausencia de certeza que marca nuestra época se disuelve en la conducta general (o por lo menos así parece). Entonces es cuando pensar resulta pesado, casi una carga. Pensar implica de manera inmediata generar juicios, “esto está bien o mal”, en el fondo el dormir, el quedarse en la caverna es un modo de escapar del mal. Lo más cómodo parece sumirse en el sueño, olvidarse. En la inconsciencia nunca hay malicia. Hay hechos, sin embargo, que son demasiado escandalosos como para dejarnos dormir. Ponchis, el niño narco, por ejemplo, no permite que nadie se quede en el sueño. Hay hechos tan horribles qu no podemos negar que son verdaderamente horribles. Es entonces cuando el gusanito que tenemos todos por defecto, ese que impulsa a las luchas imposibles nos recuerda que puede que, así como existe lo verdaderamente horrible exista lo verdaderamente bello. Y se da uno cuenta de que por cobardía y quizá también por un poco de comodidad, puede estarselo perdiendo. 

Yo me he dado cuenta de esto en mi ciudad natal, donde el narcotráfico comienza a infiltrarse en la vida cotidiana de las personas. Lo verdaderamente horrible comienza a convertirse en cotidianamente horrible. Me preocupa que se nos va de las manos incluso eso. La consciencia de lo extraordinario. Entonces lo verdaderamente horrible comienza a perder peso y ya no parece verdadero si no relativo. Algo puede parecernos horrible a nosotros, pero en verdad no es ni bueno ni malo. Todo esto desaparece obviamente cuando lo que sólo parecía horrible asesina a una persona cercana, entonces la apariencia influye efectivamente en la realidad y nos damos cuenta de que en verdad es horrible.

Por estos motivos, es una responsabilidad seria para todos los ciudadanos de esta región rechazar cualquier forma de autoengaño. Es imprescindible si queremos que se salve esta sociedad que cada uno siga su propia consciencia de manera intachable. Sí es verdad que necesitamos mejores policías, pero necesitamos aún más policías justos y auténticos, y políticos, y jueces…  Pero la única manera de exigir esto es empezando por uno mismo. Nuestra sociedad tiene que cambiar desde dentro, sólo con una revolución de este tipo se puede hacer frente a un problema como el que enfrentamos. Sin esto, todo lo que se haga 
materialmente es irrelevante.


1 comentario:

Cid dijo...

Marcelino, que cierto es lo que cuentas. Hoy en dia se tiende a pensar : ¿que puedo hacer yo si los propios mandatarios no mueven un dedo?
Esta actitud sin embargo no es sino conformismo barato. La revolucion siempre empieza desde abajo.