mayo 03, 2008

Emos

La victima fue colocada en su lugar, una expresión neutral poblaba su semblante, ni felicidad, ni miedo, ni nada. Inerte toda ella, se entregaba a su fatal destino sin reservas y me devolvía la mirada estática a través de la distancia. Los verdugos le rociaron de sustancia química y el sacrificado comenzó a arder. Los olores no alcanzaron a llegar hasta donde yo estaba, pero si el sonido de la cerveza de mi acompañante que me regreso a la realidad menos interesante de un viernes por la tarde.

-Mira nomás esos emos, están quemando una piñata- la exagerada risa de mi interlocutor resulto un detonante para toda nuestra comitiva, y de inmediato el bob esponja en llamas se volvió el centro de atención de nuestra reunión.

Las figuras escuálidas contemplaban sin inmutarse los resplandores amarillentos que despedía su pequeña fogata. De no haber sido un bob esponja, la escena me sonaría a un ritual arcano para obtener un resultado favorable en alguna guerra, o a un conjuro complicado de algún brujo demasiado oscuro. Sin embargo el hecho de que el sacrificado fuera un intento de piñata de un personaje con un nivel intelectual lamentable, que sin duda alguna no merecía el odio de nadie y mucho menos de unos adolescentes deprimidos, desvió mis razonamientos a unos rumbos completamente frescos. Me sentí completamente compenetrado con una escena propia de mi época, una escena posmoderna donde lo más solemne -un sacrificio- se mezcla con lo más campechano –bob esponja- y tratando de encontrar algún razonamiento valido para justificar una acción tan poco usual me encontré divagando sobre un tema que de pronto se volvió de mi interés. Emos.

Por lo general todos estamos de acuerdo que los estereotipos son malos, y ante todo, quiero aclarar que con este ensayo no pretendo discriminar ni burlarme de los ya tan vapuleados personajes, al contrario lo que pretendo aquí es ver mas allá de los pantalones entubados, cruzar el fleco que cubre el ojo y ver en el interior, descifrar la tribu urbana, encontrar esos hilos conductores que determinan el proceder del emo (a veces resulta increíble lo ocioso que puedo llegar a ser). Ya con un fin en la mente, y procurando cada vez más divagar menos y pensar más en lo propuesto me di cuenta que lo primero que tenemos que aclarar es ¿Qué es un emo? (Aclaro que la respuesta a esta primera pregunta resultará increíblemente obvia pero de igual manera – se darán cuenta más adelante- necesaria). Es un ser humano, y como todos es definido más ampliamente por sus acciones, sus pensamientos, sus relaciones, su forma de vestir etc.… En inevitable sucesión brinca la siguiente cuestión ¿Quién es un Emo?

Físicamente son identificables a kilómetros de distancia, los célebres pantalones-mallas que suelen usar –también los hombres- , las cadenas con púas, las pulseras del extraño mundo de jack, los tonos oscuros en sus camisetas, y ante todo su esquelética complexión (resultaría interesante encontrar algún emo gordo), el clásico pelo, los aretes en cejas y labios etc.… son algunas características inmutables entre todos ellos. Se compran sus vans de cuadros, o ¿Porque no? Incluso unos converse (de color negro por supuesto). Sus papás no saben que demonios está pasando, y se escandalizan cuando miran a Juanita, su bebé, regresar con un piercing en el labio. Cuando escuchan la música que viene de su cuarto-cueva donde pasa mucho tiempo encerrada sienten (casi siempre) preocupación.

Me atrevo a decir que la mayoría de los emos son solamente por moda, por encontrar identidad y compañía en una edad que puede llegar a ser devastadora, la mayoría siguen siendo bastante normales. A pesar de el aire de fantasía gótica que rodea toda esta sub-cultura, no me imagino aun emo “siendo emo” a cada instante de su vida; imaginarlo llorar por que el cereal que compro su mamá no es lucky charms, o proferir gritos desgarradores como los que se oyen en las canciones emo, cuando mete gol el santos resulta además de chistoso, patético. Y es que la ideología emo en el fondo es muy seria, tan seria que me resulta difícil que un adolescente en búsqueda de sí mismo, la adopte totalmente. Por supuesto que existen sus excepciones, seguramente existen emos convencidos de la ideología de fondo, emos inteligentes dispuestos a defender en lo que creen, y que definitivamente es dificilísimo encontrar pero que de hacerlo resultaría muy interesante conversar con ellos.

El mundo es basura; todos son basura, yo soy basura, tú eres basura, la vida es basura, los perros, los camiones, mis papás, las piñatas. Incluso la basura es basura. Estar deprimido es lo único valido. Las críticas por el perfil psicológico que provoca esta tribu urbana son muy variadas. Su exterior no es más que un reflejo de su interior, baja auto-estima, tristeza constante, tendencias suicidas, es parte de lo que carga un emo en su morral metafísico. Creyentes ateos, superhombres sin voluntad, son una clara exposición de la falta de reflexión, sobre los fines últimos de la existencia. Son hombres viviendo sin sentido. Por esto los encontramos siempre taciturnos viviendo un absurdo que no pidieron vivir, procurando encajar en una sociedad que no quiere verlos. El caso de los emos resalta para mí sobre todas las tribus urbanas por un hecho en concreto, al carecer-la mayoría de ellos- de reflexión, los efectos que sufren nuestros atormentados compañeros se presentan exentos de actitudes tendenciosas, como el producto de una causa-efecto incuestionablemente neutral que sin saberlo siquiera le muestra a toda la sociedad el efecto que esta causando el hacinamiento de las metrópolis, la alienación galopante, la mercadotecnia maquiavélica de algunas corporaciones. Y ya estando aquí me gustaría formular la siguiente cuestión, si la esencia del emo es la depresión por la falta de sentido, ¿No hemos sentido todos alguna vez esa depresión? ¿No hemos sido todos alguna vez emo, al menos por un instante?

La violencia contra los emos esta llegando a límites escandalizantes. Hace poco me platicaron de un video en You Tube donde aparecen unos “caballeros” que sin miedo a las capacidades combativas de una escuálida adolescente la patean hasta la muerte, ¡que tipazos!, la verdad yo preferí perderme tan “interesante” espectáculo, porque este tipo de videos parecen rebajarme al nivel misántropo-cavernicolesco que muestran los autores de semejantes barbaridades. La impresión que produjo en mi estabilidad la noticia de la existencia de el video, fue tal que la siguiente conclusión ya asentada desde hace tiempo en la cabeza por las diversas muestras cotidianas que inconcientemente iba recopilando me impulsó a escribir este articulo.
Definitivamente la sociedad rechaza a los emos. ¿Por qué? Porque son un espejo. Nos muestran nuestro lado que no queremos ver, exhiben sin pudor, nuestra papada o nuestra prominente nariz, (cada quien adjudíquese el defecto que más le convenga) porque son precisamente una muestra exagerada de lo que nos esta pasando a todos. Son una especie de críticos mudos, análogos al realismo del siglo XIX nos muestran su protesta contra la sociedad actual de un modo mucho menos literario pero mucho más fuerte, cortándose las venas. Estamos vacíos y no queremos admitirlo, solo una pequeña minoría se da cuenta, y se viste de negro, y se quita las máscaras de felicidad que muchos solemos ponernos.

Los índices de suicidio son alarmantes, la depresión-que no respeta emos, rokers, punks, o fresas- alcanza límites pandémicos y nosotros, los jóvenes –de todos los estratos, todos los países-, preferimos encerrarnos en antros, fumar hierba, evitar a cualquier costo las reflexiones sobre la realidad que tanto bien hicieron a la humanidad en otras épocas y, ¿porque no?, de vez en cuando ver como patean hasta la muerte a una crítica asfixiada. Luego tomamos un baño y nos sentamos tan tranquilamente a ver un juego de fútbol.

1 comentario:

Alvaro dijo...

Te quedo muy bien mi chelaaaas!! De ahora en adelante cuando tenga tiempo libre voy a leer tu blog...no lo encontraba por ningún lado y por alguna razon tampoco encontraba tu perfil en facebook pero me acorde que tenia tu "chelasroom" guardado en mis bookmarks jaja
Lo del espejo me recordó a mi maestra de teatro. Nos dice que cuando la gente va al teatro a veces les intimida porq es como si les pusieran un espejo enfrente y como dijiste, les muestra el lado que no quieren ver...
Ya entendí porq te cambiaste de medicina a filosofía!
Un saludo