octubre 28, 2011

El don del escritor frustrado


He aquí la historia de un hombre que tenía la más intima inquietud por ser un escritor como lo fuese el gran Cervantes o el sufrido Dostoievski. Mirósele estudiar con ahínco la filología y los escritos académicos de estos dos autores, mirósele estudiar a fondo la técnica de la escritura en la mejor universidad inglesa. Mirósele de profesor de filología, movió cielo mar y tierra. Hasta que descubrió que no era suya la decisión de ser para la gloria. Que los grandes tenían -y eran- un don, y uno grande. Los libros y su trabajo honesto le ayudaron a ver esto. Y ya en la dulce vejez, fruto de un esforzado trabajo de la más alta potencia humana, se le vió escribir los versos más bellos, ya no a la gloria, sino a su mujer, que una vez muerta, intercedió ante el Sublime por el don para su marido; [ella le acompaño en la vida en su sufrida persecusión del don, y supo -porque le quiso bien-que ese anhelo íntimo no era vanagloria sino constitutivo de su alma]. 

Los poemas más bellos que escribió este viejo profesor, nunca fueron publicados. Fueron exhumados en un delirio de amor, en un arrebato de éxtasis, en el funeral de su señora esposa.

octubre 08, 2011

Paguí



Princesa de pueblo, que recibió todo lo que quiso en la vida, sale del pueblo con dinero de papá para abrirse a la vida, al mundo. Sus inquietudes pueriles, cierta ansia de autenticidad1, y una película que vio en algun momento de su accidentada pre-adolescencia, le llevaron a soñar con París, (íntimamente, pero no ande usted diciéndolo por ahí, también con el amor de su vida, con el amor de su vida en París). Y así como así, un año en Europa estudiando moda. En la ciudad de l'amour, “Paguí”.

La humanidad ha avanzado tanto que ya ni siquiera hace falta una gran educación para convertirse en un bohemio, lo único que hace falta es dinero. El dinero compra ya hasta la experiencia de la vida. Una desdichadada muchachita cuyo padre es más bien de ingresos medianos es incapaz de acceder a las más finas experiencias. Le es privado el nutrir su vida espiritual con el viaje, con la excentricidad, con los absentas en casa de franceses millonarios, con las conversaciones con los amigos artistas de estos millonarios, que pintan sus cuadros con tripas de vaca y se les paga en millares de euros por obra. Los modestos no son capaces de experimentar el vértigo de las drogas de diseño, nunca han ido a la parte 'vi-ai-pí' de una discoteca, hablan solo su idioma y un inglés modesto... “osea, tienen una clase de vida inferior”.

La vida modesta, la escasez de recursos, impide plantearse la pregunta por la libertad, cosa que a princesa de pueblo nunca le fue prohibido. Así fue como la única ilusión que le regaló su infancia tóxica, su formación de embotamiento de los sentidos, le fue arrebatada nada mas conocer al primer príncipe parisino. El desengaño vino habitando sus ojos cuando se bajó del aeropuerto del pueblo. Se supo en el pueblo que tras ese año en Europa, la niña llego cambiada, que había progresado mucho, llego con 'ideas' del extranjero. El pueblo le quedaba chico, el mundo le quedaba chico: no hay dónde esconderse en un mundo en donde no existe el amor. Desde entonces, princesa de pueblo sufre un infierno de maquillajes corridos, resacas dominicales y desengaños; de la soledad, del horror del ser. Una hydra inexistente le devora las entrañas.

1 de substancialidad detrás de la apariencia