Siempre fue muy coherente con lo que pensaba. Y muy rebelde; de pensamiento libre, alejado de las garras de los curas y del sistema. El viento se sentía frío allí arriba del rascacielos.
No sintió miedo. Él había vencido al sistema. Toda verdad es relativa y el iba a demostrarlo al surcar los cielos con el poder de su voluntad.
Cuando sus compañeros anarquistas –un poco más moderados-contemplaron a Jonás con las tripas de fuera pegadas al pavimento y los huesos a la vista, nombraron al camarada Jonás el primer mártir del relativismo. Ahora cada seis de junio se celebra una pequeña ceremonia en su honor.