marzo 01, 2009

Práctica 1: Presentación de uno mismo. (400 palabras)

Un aspirante a bohemio.

Sentado en el aula de portátiles de cierta universidad española, se encontraba un joven extranjero. Pensaba a la medida que escribía, lo difícil que sería englobarse en un paradigma físico, como los que indicaba el profesor en clase. La tarea le resultaba ardua porque la perspectiva material que tenía de sí mismo se reducía a los pocos segundos que ocupaba frente al espejo para peinarse por la mañana. La primera vez que lo vi me llamo la atención su manera de caminar, abría ligeramente los pies mientras avanzaba, formando un ángulo obtuso. Estaba fumando un cigarrillo mientras caminaba lentamente por el pabellón del edificio de comunicación. La mirada la llevaba perdida en algún lugar del horizonte. Me pareció un poco patético que a pesar de su considerable aglutinación de ácido graso en el abdomen, tenía una idea muy buena de su aspecto físico. No esperaba hacerme amigo suyo cuando lo baje del mundo de las ideas para pedirle un pitillo. Su peculiar acento me reveló que no era español, y sin embargo no recuerdo muy bien como ocurrió pero terminamos tomando una cerveza en un sitio cercano.
Me contó que era de México y que estaba un poco desorientado debido a su reciente cambio de residencia. Su sentido del humor, y la cerveza que me recomendó me parecieron suficientes para permanecer allí hasta que me terminara sus cigarrillos. Encajamos de inmediato porque compartíamos muchos gustos y cuando se le termino su paquete compré uno yo y le invite una segunda ronda. Coincidimos definitivamente en que Dostoievski es el mejor escritor ruso del siglo XIX y que el estilo de Chesterton es el mejor a la hora de hablar de cosas serias. No tenía mucha idea sobre el buen cine, pero si tenía mucha hambre de el. Alguna vez, en su primera adolescencia, fue un gran admirador del rock, y llego a practicar fútbol y esgrima (cosa que me resulto difícil de creer porque fumaba exageradamente). Después de la segunda carga de malta, me decidí a profundizar un poco más, me aventure a abandonar la charla informal propia de una primera aproximación y le pregunte que diablos hacía tan lejos de casa. La filosofía le parecía de manera intuitiva la carrera mas importante que hay que estudiar porque el pensaba que allí se encontraba el fundamento para cualquier clase de argumentación. Me contó que había comenzado siguiendo las huellas de su padre en la medicina, pero que en el fondo siempre había querido ganarse la vida escribiendo. Se levanto de pronto, me dijo que se llamaba Marcelino Covarrubias Sánchez-Mejorada y que tenía que irse porque en Belagua no les dejan llegar después de las 12.

1 comentario:

a.o. dijo...

Ei! Me encantó el estilo. Sigue escribiendo Chelas.